ESTOCOLMO, estación central


Tengo que intentar hacer esta crítica sin insultar a nadie, y me va a costar , jaja! No sé ni por dónde empezar… bueno… Allá que voy:

En algún  momento de los últimos… hummm… digamos 5 años, la literatura nórdica se convirtió de pronto en algo así  como «lo más grande del mundo» y la gente sólo leía cosas escritas por señores rubios con más consonantes que vocales en sus apellidos. En realidad, esta literatura siempre estuvo ahí, con ejemplos tan claros como Henning Mankell, pero por alguna extraña razón, no pertenecían al basto mundo del Best-Seller.

Y de pronto, llega Millenium… y Stieg Larsson.. y el éxito de tres novelas indudablemente entretenidas que, por alguna extraña razón, hacen pensar a todo el mundo que ser sueco hace que escribas de puta madre.

Consecuencia de esto que os cuento es este libro: Estocolmo, estación central. Es el resultado de la fiebre por lo nórdico, que va más allá de cualquier calidad y de cualquier filtro. Hale, venga ya, que lo publicamos todo!!!. Un rollo Assa Larsson, que sabéis que tantísimo me hizo disfrutar XD.

La historia comienza cuando llevan a un hospital a una chica que está fatal y los médicos se quedan flipados al ver las heridas que le han hecho de una paliza. Esto que he tardado en contaros media línea, en el libro es un pestiño lacrimógeno que dura muchísimo y que se cruza con tres historias más, consiguiendo que no sepas qué pasa, quiénes son, ni por qué has comprado el dichoso libro éste que no hay quien entienda.

Si cogéis la reseña de la casa del libro, os cuenta en la segunda línea que «la joven se llama Lydia, y es víctima del tráfico de blancas: su novio la vendió en Lituania y ahora está atrapada en un burdel en Estocolmo, donde la fuerzan a pagar su deuda.» Ole ahí, el destripe, lo manido, lo previsible…

Bueno, pues a la par que pasa esto (que por lo visto es poco), resulta que dos policías están en el mismo hospital porque quieren detener a un matón que el poli más mayor odia a «muette», porque hace años la lió parda y acabó dejando vegetal a la que era su novieta. Te cagas con el folletín. Según la reseña de La Casa del Libro, «estas dos historias de venganza se entrecruzan, y terminarán en un dramático clímax: dos cuerpos acribillados y una habitación llena de rehenes en el sótano del hospital«.

Estoy segura, amigos lectores, que a estas alturas ya véis cómo apesta un libro lleno de pretensiones, que se queda en telenovela burda y lamentable, llena de estereotipos, una especie de deleite en la violencia que narra (a veces de forma completamente gratuita) y personajes que están cabreados, resentidos y que han sufrido más que nadie todo el tiempo…

He sabido que los escritores Anders Roslund y Börge Helltröm llevan años trabajando con presidiarios en labores de rehabilitación. Uno es periodista, y el otro ex presidiario, así que, según el sitio en que lo he leído deducen que «conocen mejor que nadie el mundo criminal contemporáneo». Ole ahí: ya está el morbo puesto en bandeja. Bien señores: que sepan ustedes que porque hayas estado en la cárcel, no tienes por qué saber escribir genial. Y porque seas periodista… pues desgraciadamente, tampoco.

Me hace mucha gracia que en las críticas que he leído en la red, sea una crítica super buenísima decir que «se lee bien y rápido». Yo leo muy bien todo, amigos: el periódico, la revista El Jueves, o el Quijote,  y además lo sé hacer rápido, porque para éso «se leer». El problema es que lo que lea uno sea bueno. Y este… pues mira, no es el caso.

Si con todo lo dicho, aún tenéis curiosidad, os dejo los datos de la novela:

ESTOCOLMO, ESTACION CENTRAL
de ROSLUND, ANDERS
EMECE 2009
496 pags
ISBN: 9788496580527
19€ en La Casa del Libro